19Trastes: La guitarra y otros instrumentos de cuerda
     
 
 
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Periodo en la historia del arte de Europa que abarca, en lo que respecta a la música, desde mediados del siglo XV (1450) hasta el siglo XVII, que se inicia en Italia, para extenderse posteriormente por toda Europa. Su significado implica un reencuentro deliberado con la antigüedad. Se considera una etapa floreciente con un despertar de las ideas y del humanismo.

La relación entre este movimiento y la música es ciertamente compleja y no es fácil discernir cuáles son las características musicales que reflejen los ideales renacentistas hasta transcurrido cierto tiempo. Sin embargo, desde el punto de vista musical, son de aplicación los rasgos característicos de este periodo como el resurgimiento del interés por las culturas griega y latina y por los escritos musicales de dichas culturas, en particular Aristóteles, Platón, Arístides Quintiliano, Boecio.

En este sentido, inspirado en el antiguo principio del ethos o de los efectos de cada modo musical sobre el comportamiento humano, la creencia de que la elección del modo es la clave para que el compositor pueda penetrar en las emociones del oyente, toma carta de naturaleza.

En este tiempo se revisan los sistemas de afinación que se empleaban hasta la fecha (afinación Pitagórica, empleada durante la Edad Media siguiendo las instrucciones de Guido de Arezzo y Boecio, y que tenía efectos como por ejemplo que un Do sostenido fuera diferente a un Re bemol) que proporcionaba sonoridades más ásperas, para conseguir de un lado sonidos más dulces y de otro ampliar los recursos sonoros más allá de los modos diatónicos, hasta abarcar las notas de la escala cromática.

Puede decirse que con la obra de autores contemporáneos como Gaffurio, Glareanus, Ramos de Pareja, Zarlino, entre otros, se sientan las bases para racionalizar los conceptos de armonía, es decir se descubre o crea la armonía moderna, y se introduce progresivamente ésta en la práctica musical.

Igualmente aparece una nueva relación entre música y público. Durante la Edad Media ejecutar y escuchar eran dos funciones que tendían a identificarse en el contexto de la liturgia. La estructura del canto gregoriano y de gran parte de la polifonía hasta la llegada del Renacimiento caracteriza a una música cuyos destinatarios son los miembros de la comunidad que la ejecutan tanto vocal como instrumentalmente, como medio de elevación religiosa.

En cambio, a partir de ahora, y coincidiendo con la exigencia de satisfacer al oyente y de racionalizar y simplificar, se compondrá música para un público eminentemente pasivo, que cumpla las premisas de ser sencilla, breve, concisa, racional y comprensible para la audiencia.

Otro fenómeno significativo es el del desarrollo de los instrumentos, en particular los de tecla, y de la música instrumental. Ello fue debido a que para poder ejecutar las armonías que conceptualmente debían ser naturales y exactas, los instrumentos de tecla adolecían de facilidad para modular de una tonalidad a otra, a causa de que no se había instaurado un forma común, entre las varias disponibles, de dividir la octava.

Sin duda la invención de la imprenta y la notación en forma de tablatura (para registrar las partes destinadas a la ejecución musical de instrumentos como laúd, órgano, viola de gamba, guitarra etc.) contribuyó decisivamente a la universalización de la música específicamente instrumental, independiente del papel que tenía hasta entonces de mero acompañamiento del canto.

Finalmente, el estilo renacentista puede caracterizarse por su suavidad, homogeneidad y en el aspecto técnico por el empleo de la polifonía imitativa que no quedó restringida a la música sacra. El instrumento doméstico solista por excelencia del Renacimiento fue el laúd. En España se complementó con la vihuela de mano muy similar a la guitarra.

La guitarra:

Aún es pronto en este periodo, para hablar de la guitarra como instrumento común con intérpretes y composiciones específicas para ella. No obstante existía una guitarra que podemos denominar "antigua" formada por cuatro cuerdas dobles (posteriormente llegó a cinco) con una extensión de poco más de dos octavas.

El instrumento europeo de cuerda por antonomasia de este periodo fue el laúd. En España convivieron las guitarras el laúd y la vihuela o vihuela de mano, aunque las preferencias se decantaron por ésta última. Estos instrumentos tenían como mínimo seis órdenes dobles y una extensión superior a tres octavas.

La vihuela de cuerda punteada floreció en España en los siglos XV y XVI. Originalmente se denominaba vihuela a toda una familia de instrumentos que se diferenciaban sólo en la forma de tañer el instrumento (peñola o púa, arco, mano).

La vihuela de mano se tocaba como una guitarra. Su tamaño era más pequeño que ésta y como se ha dicho disponía de seis órdenes, (a veces siete) fabricados de tripa y generalmente afinados igual que el laúd.

Su afinación exacta dependía del tamaño del instrumento, estando documentados cinco tipos comunes de afinación. Milán recomendaba afinar el instrumento de la siguiente manera. Afinar la prima lo mas alta que se pueda sin que se rompa la cuerda y a partir de ahí afinar el resto de cuerdas.

La vihuela solía emplearse como instrumento de acompañamiento aunque también había gran número de composiciones como instrumento solista. A finales del XVI la vihuela fue sustituida progresivamente por la guitarra de cinco órdenes conocida en toda Europa como "guitarra española".


Compositores del Renacimiento [hasta 1600]